"Fábula", editado por Libellud, no es un juego al uso. Es diferente, especial. Una excusa para sentarse alrededor de una mesa y dejar volar la imaginación. En foros especializados en juegos hay quién levanta la voz para preguntarse la necesidad de "Fábula": «para explicar un cuento no hace falta tener este juego». Cierto. Pero "Fábula" nos aporta un material de extraordinaria belleza que, con un poco de ambientación especial, nos puede sumergir en un mundo de fantasía.
Hoy lo he experimentado en mi propia casa, participando mis dos hijos (de 6 y 8 años), mi mujer y yo. Y he de decir que me ha sorprendido el resultado, mucho mejor de lo que me esperaba. Eso si, "Fabula" necesita de la complicidad del grupo. Al menos tal y como lo hemos planteado nosotros, en absoluto competitivo sino con el ánimo de crear entre todos una bella historia. Y lo hemos conseguido.
En el libreto de instrucciones de "Fábula" se nos facilitan un total de 20 historias. Para esta primera experiencia hemos utilizado la titulada "El laberinto". Para ponernos en situación, hemos encendido unas velas, dejando sólamente unas luces de apoyo...¡y a fantasear!
Os voy a relatar algunas de las ideas que se les han ocurrido a los peques con las cartas.
La historia que se nos relata nos habla de un laberinto en el que hemos de descubrir dos objetos mágicos que nos permitirían transformar un desierto en un reino de tierras fértiles y ricas. Pero en el laberinto hay un guardían despiadado que vigila que nadie consiga hacerse con tales objetos...
La primera situación a la que hemos de hacer frente es como entrar en el laberinto sin perdernos. Veamos que se ha propuesto. El peque de la casa ha decidido elegir la antorcha, porque «siendo un laberinto muy grande, es muy posible que se haga de noche y no veamos nada, así que la luz de la antorcha nos servirá para iluminar los pasillos del laberinto». Como narrador, me ha parecido de una lógica aplastante. Pero claro, es un laberinto, y por mucho que podamos iluminar el camino es fácil que nos perdamos. Ahí ha intervenido el mayor diciendo. «No pasa nada. En mi bolsa llevo una bola mágica que me permite ver las cosas desde arriba. Así que, mirando dentro de ella es como si estuviese volando por encima del laberinto, y de ese modo puedo ir viendo qué camino es el que hay que seguir en cada cruce» ¡Genial! ¡Ya tenemos solucionado el tema de perdernos! Mi mujer ha sido práctica y ha decidido incorporar la bolsa/botiquín por si en la oscuridad alguien tropezaba y era necesario curar las heridas (siempre pensando en proteger al grupo, estas madres)...
No hace falta seguir detallando, pero os diré que se han visto pociones de invisibilidad para evitar al guardían y un anillo saltarín que ha hecho que ese desalmado se fuese pasillo abajo cegado por la avaricia; una flor que nacía de la arena del desierto en el que se encontraba el laberinto y que presagiaba lo que podiamos conseguir; escobas mágicas que limpiaban una oscura cripta llena de telarañas; armarios de todos los tamaños de los que emanaban luces de distintos colores; una varita capaz de crear un tornado y una aguja de lo más tecnológico, que con su punta era capaz de dibujar figuras en la piedra como si fuese un laser...
Así pues, la mecánica del juego es bien simple: unas cartas con objetos que deberemos ir incorporando a nuestra historia. El juego propone una variante "competitiva" en la que el narrador ejerce de árbitro otorgando puntos según crea que la intervención de uno u otro de los personajes es adecuada. Personalmente creo que este juego debe huir de la competencia. ¿Porqué siempre hay que competir? Mucho mejor construir entre todos.
Resumen lúdico de 2023
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